sábado, 22 de septiembre de 2007

Llegando a una alternativa evaluativa

Las formas de evaluar el aprendizaje en los últimos 100 años, ha tenido una evolución de importancia, cambiando los paradigmas y referentes en cuanto ésta, tratando de ser cada vez más objetiva y más centrada en el alumno que en los a priori del profesor. La forma decimonónica del profesor de tener un juicio de valor en al calidad, dentro de una totalidad subjetividad, con el transcurso de los años comienza la técnicas de medición cuantitativa de los productos de la enseñanza en pro de ciertos objetivos. No es difícil comprender dentro de una visión personal, que los pedagogos del XX, han querido ser los mas objetivos posibles, dentro de su parámetros de evaluación, exacerbando el comportamiento de los alumnos, como un curso homogéneo y no como entes individuales, es probable que las técnicas del XIX, hayan sido mas cualitativas que cuantitativas, pero las cualidades o características y la enseñanza no significativa, fue el estilo de gran parte del XX. Ya en los 80 tenemos un tendencia a la individualidad, con objetivos vistos con antelación, pero dentro de un cuadro comparativo y usando los números, esto llevaba a al discriminación de los alumnos y la competencia no por aprender sino de tener los mejores valores de calificación. Actualmente se centra en el aprendizaje significativo, con un sentido dentro de la persona, prefiriendo el valor de uso que el valor de cambio, dentro del campo de la construcción del conocimiento mediante vías significativas. Pero los cambio han sido graduales, ya que la evaluación a debido tener revisiones, ya que la teoría en un contexto petrificado del profesorado, ha sido débil y sin gran cambio, ya que para los evaluadores sigue siendo un proceso aparte del aprendizaje y no como parte de el, en un sentido de sustancialidad y de continuidad, claro ejemplo es la PSU o el SIMSE. Un verdadero proceso de evaluación debe demostrar las evidencias del aprendizaje, que el proceso no debe ser de forma univoca – profesor alumno – sino que biunívoca. Y que la evaluación, incluida en el proceso de enseñanza aprendizaje, tenga retroalimentación del alumno al profesor. Sin embargo en la actualidad las formas de hacer conocimiento y de ejecutarlo tiene una gran abismo, por ende debe haber un cambio de reestructura – como lo señala Santos Guerra – en que sentido de la construcción y participación social en al el campo de la educación y d la formas de enseñar, de aprender y de evaluar como un todo, de los contrario cualquier cambio de innovación seria una rotunda derrota si el complejo de gestión se mantuviera hasta ahora.

La importancia de la evaluación futura, que no esta centrada en pruebas o exámenes finales, que son en si un apartado del proceso, sino como parte del proceso, en los aspectos individuales y multidimencional del alumno, acaparando los sentidos verticales y transversales y no en el significado actual de la evaluación y de la didáctica actual; la cual es cómodo para al profesor y le da estabilidad, ya que el profesor es el rey de la evaluación y los alumnos son simple test de pruebas , para pasar a al discriminación social, como una forma “natural”, - que siempre a sido así- desde lo chinos, el calificar y darán valor cuantitativo de los trabajos, del esfuerzo y de l perseverancia. Por otro lado misma sociedad lo ha validado, para el desenvolvimiento dentro de una estructura social. Donde todo tiene valor de cambio y poco valor de uso… lo que importa es la nota y no lo que se aprende, por ende la evaluación se ha centrado en la tecnificación, en la cientificidad y en los deberes específicos de una disciplina que en los objetivos transversales, para formar personas que han aprendido.

Un sistema alternativo de evaluación donde se recopile la información y de evidencias de diferentes fuentes de información, sobre los logros del estudiante; que no sea simplemente examinar a un estudiante en conocimientos de una disciplina limitada, sino que vaya más aya, dentro de la realidad y el campo significativo del alumno, dentro de sus propias vivencias y experiencias. El alumno debe asumir como responsabilidad propia el aprender y que la evaluación debe ser también un medio de aprendizaje y no de castigo, además de la participación, como un autoevaluador y coevaluador le da un campo de mayor ética de vida, generando en el estudiante un sentido de justicia y que el profesor es solo un medio de conocimiento y no como un juez de lo aprendido.

El sistema actual con sus normas y estructuras impiden en cierto sentido, las propuestas de evaluación alternativa, y el uso instrumental – pruebas y exámenes, escritas u orales - no permiten cambiar el grado de significación del aprendizaje, no se respeta un conocimiento holístico, sino que un conocimiento parcial, limitado, enfocado dentro de la memorística y es fragmentación. Por lo tanto la preocupación de una educación centrada en al individualidad es aun limitada, y quien no logre cumplir con los requisitos dados en el curriculum del sistema actual, son expulsados, generando así no una relación del éxito cuantitativo con el cualitativo, en la cual las veces de la realidad el éxito académico no significa que sea una gran profesional, ya que debe tener cualidades para el éxito laboral. El cambio en el sistema evaluativo, enfrenta una natural resistencia del antiguo y orgulloso profesorado, pero el cambio dentro de las nuevas teorías del conocimiento es gradual y los antiguos parámetros serán erradicados.